Escrito Por: Katherine Giraldo
Tomar decisiones es algo que hacemos a diario, ¿Verdad?
Sin embargo, algunas de esas decisiones, y sobretodo de las acciones organizadas que deben llevarse a cabo todos los días, necesitan algún tipo de planificación para lograr cumplir con nuestros objetivos de manera efectiva.
Muchas personas me contactan diciéndome que no saben cómo llevar a cabo sus tareas, y que por ello pasan días, meses y hasta años, postergando la realización de actividades urgentes e importantes en sus vidas.
Lo curioso es que siempre es difícil para ellos encontrar la causa de tal actitud, y por eso quiero compartir el día lo que considero es el problema.
Hay actividades que realizamos a lo largo de nuestra vida, que tenemos que llevar a cabo de manera tan constante, que terminan convirtiéndose en un hábito o una costumbre… Por ejemplo: Cepillarnos varias veces al día.
Este tipo de actividades, en un principio requerían de nuestro esfuerzo mental para llevarse a cabo, teniendo que pensar cómo hacerlas y de qué manera hacerlas. Sin embargo, a lo largo del tiempo se implantaron en nuestro día a día naturalmente y ya no es mucho lo que tengamos que pensar para realizarlas con efectividad.
Por otro lado, hay actividades que no hacemos de manera cotidiana, y que cuando se presentan en nuestro día a día, nos sacan como de la zona de confort en la que estamos de siempre hacer lo mismo.
Para este tipo de actividades, es justamente que deberíamos tener un plan de acción claro y una planeación estratégica que nos ayude a saber cómo hacerlo de la manera más óptima.
Lo simple es que los pasos para planificar el cumplimiento de nuestros objetivos, cuenta apenas con dos variantes principales: La Claridad Y La Acción.
La claridad es clave a la hora de planear la manera en que vas a cumplir con lo que tienes propuesto.
Esta claridad es básicamente el saber qué tienes que hacer, dónde tienes qué hacerlo, en qué momento debes hacerlo, de qué manera debes hacerlo, para qué debes hacerlo, cómo vas a hacerlo y qué resultado obtendrás al terminarlo.
Y claro, esto parece muy obvio, pero aquí viene lo interesante:
La claridad NO puede darse en el mismo momento en que ya debas empezar a actuar.
Es decir, la claridad sobre lo que tienes planificado hacer próximamente, no puede darse en el mismo momento en que tengas que empezar a actuar por ello, porque tu mente estará lo suficientemente estresada como para no procesar el pensamiento y la planeación de manera correcta.
Un ejemplo clásico son los exámenes que hacen en el colegio. Quienes estudian en sus casas, y con algunos días de anterioridad al día del examen (así sea un día antes), tienen mayores posibilidades de ganar el examen. Y si pueden repasar momentos antes del examen lo que estudiaron, mejor aún, porque ya lo saben y lo que están haciendo es simplemente recordarlo.
Lo mismo aplica para cualquier tipo de planeación.
Tú debes tener en cuenta tu objetivo mucho antes de estar en el instante indicado para cumplirlo, porque sin duda alguna, tu mente se encontrará mucho más relajada y receptiva para aprender y recordar lo que le enseñes, que cuando faltan pocos minutos para que tenga que hacerse.
Cuando ya tienes completamente claro lo que harás, cómo lo harás, en qué momento y de qué manera lo harás, lo único que queda es esperar que llegue el momento indicado para tomar acción, a lo mejor repasar lo planeado para tenerlo más recientemente recordado en tu mente.
Con un plan hecho con anterioridad y hasta con la posibilidad de revisión y corrección en los demás días, ya para el momento de actuar es muy simple tomar la decisión de aplicar todo lo que tienes en mente por hacer.
Tu cuerpo, tu cerebro y toda tu mente ya estarán preparados para llevar a cabo efectivamente lo que antes has pensado, y de esta manera sólo tienes que ponerte manos a la obra.
Una gran razón por la cual es efectivo y eficaz seguir estos dos pasos principales a la hora de planificar el cumplimiento de un objetivo, es porque la fuerza de voluntad puede agotarse fácilmente.
Puede que hoy quieras ayudarle a tu madre a hacer un delicioso pastel para la familia, pero si no sabes hacerlo y tienes que primero sentarte en tu pc a buscar la receta, luego salir a comprar los ingredientes, para más tarde empezar la preparación, probablemente para ese momento ya no tengas ganas o tiempo de hacerlo en realidad.
Mucho mejor es si un día cualquiera aprendes la receta, otro día preparas los ingredientes y finalmente un día (o el mismo día de los ingredientes) decides realizar el pastel y todo está listo para hacerlo 😉
De esta manera, ya sabes un truco muy sencillo que puede ayudarte a cumplir con todo lo que has postergado, y de hecho, a realizar mejores planeaciones de aquí en adelante para tus actividades.