Escrito Por: Katherine Giraldo
Hay una ley universal de la cual hemos hablado antes en este blog, se trata de la Ley de Atracción.
Esta ley, enseña que todo aquello que habita en nuestra mente, es lo que produce el mundo físico a nuestro alrededor.
Es decir, el exterior es el reflejo de nuestro interior, nuestro mundo es el reflejo de nuestra mente y nuestros resultados (fracasos, éxitos, desengaños, alegrías, etc) son el reflejo de nuestros pensamientos y nuestras actitudes.
¿Y cómo sucede todo esto? Aquí te darás cuenta en detalle https://www.kathegiraldo.com/vivimos-una-vida-de-meritos/ 😉
Ahora, después de saber que nuestros pensamientos son frecuencias que vibran junto a frecuencia similares intrínsecas a algunos elementos del universo, se deben incluir ahí hasta los pensamientos más inconscientes de nuestra mente.
Y es justo aquí donde el poder de nuestra mente (en este caso inconsciente), produce experiencias que jamás imaginamos vivir.
Para entender mejor esto, quiero darte un ejemplo muy específico, que muestra el poder que tiene nuestra inconsciencia en nuestras vidas, y que también deja a la vista de todos, los resultados implacables de la Ley de Atracción.
Por mucho tiempo, ha sido una objección o un enigma para todos, la acción de la Ley de Atracción en bebés recién nacidos. Especialmente en bebés con malformaciones, enfermedades genéticas, y cualquier tipo de anomalía médica.
Muchos se preguntan cómo estos bebés han adquirido estas enfermedades, cuestionan la injusticia de la naturaleza, e indagan cómo han ellos atraído esa situación para sus vidas, cuando apenas empiezan a vivir.
Pues, en realidad es muy simple. Resulta que un bebé, mientras esté en el vientre de su madre, NO tiene consciencia y ni siquiera inconsciencia sobre sí mismo; solamente actúa en el lo que habita en la mente de su madre.
Es decir que ellos no deciden qué pasa sobre sí mismos mientras están en medio del líquido amniótico, son sus madres las que, con su mentalidad, influyen sobre ellos, sobre su bienestar, su salud, etc.
Esta, considero una gran razón para empezar a vivir una vida consciente… No sólo por ti, y por tus resultados, sino también por la gran cantidad de influencia que tiene tu manera de pensar, en tu entorno y hasta en la vida de otros.