Escrito Por: Katherine Giraldo
En ciertos momentos de mi vida, me he preguntado por qué las cosas cambian repentinamente, ya sea refiriendome a las personas, a las condiciones, al entorno, etc…
Siempre vivimos como dentro de nuestro espacio, bajo nuestra Zona De Confort, y a veces los cambios son algo bruscos bajo nuestra percepción, justo por eso nos impactan de alguna manera.
Éste artículo lo escribo justamente por causa de una experiencia que tuve hace algún tiempo, una situación triste que viví en mi barrio.
Hay un hombre bastante solidario que habita justo en frente de mi casa. Este hombre, al que sinceramente nunca le he hablado, siempre ha hecho notar ante todos los vecinos la amabilidad y la alegría que lo caracteriza.
El mes pasado, su entusiasmo y felicidad era supremamente visible ante los ojos de los demás. Propuso muchas reuniones de amigos y vecinos para celebrar el cumpleaños del barrio, en las cuales todos aportaron con su alegría y satisfacción para hacer las mejores fiestas del año.
Bueno, en aquel mes todo fue maravilloso…
Un mes después, aquel hombre del que les hablo, se encontraba en una clínica, con una grave enfermedad en su cerebro y al borde de la muerte. Los médicos ya supieron preparar a su familia para la partida de un ser querido.
Es extraño… Se siente raro recordar aquel mes anterior, donde se veía a un hombre feliz caminando por las calles del barrio. Es triste guardar tantas imágenes en la mente, donde claramente se percibe a un entusiasta por la vida.
A causa de toda esta situación, y de las emociones que me han revuelto al pensar en todo esto…
He descubierto algo importante, que estoy segura te servirá por el resto de tu vida.
Bueno, realmente me he dado cuenta de dos cosas:
Entonces, hablemos un poco de la primera…
Supongamos que toda tu vida has consumido comida no saludable, azúcar en altas cantidades, grasas en exceso, etc.
Si “de un día para otro” resultas con diabetes, o con cáncer en el estómago, o alguna enfermedad relacionada a tus malos hábitos alimenticios…
…pues aunque pase de un día para otro, y obviamente no deje de ser un duro golpe para ti y tu familia, lo cierto es que realmente tenías el control de cuidarte, de evitarlo, o al menos de minimizar las probabilidades de que te pasara algo así.
O si vas en un auto, sin cinturón de seguridad, y sufres un accidente que te deja lesiones de por vida… Tuviste el control de ponerte el cinturón de seguridad antes de arrancar, y a lo mejor evitarte parte de las consecuencias del accidente.
En fin, me imagino que captas la idea sobre este punto.
Pero ahora, hablemos del punto 2, que es igualmente fácil de entender, pero un poco más compleja de asimilar en nuestro interior.
Piensa en la vida como si fuera un círculo, y tú estás en la mitad.
Dentro de ese círculo está todo sobre lo que tienes control, todo lo que conscientemente decides y creas para tu vida (como explica el punto 1).
Pero por fuera de ese círculo, está la vida misma… Las probabilidades, las estadísticas sobre las que no tenemos control, las cosas que no entendemos ni conocemos, lo que la ciencia aún no explica, la evolución que nunca para en el mundo, la naturaleza, en fin.
Sería inhumano decir que un niño atrae a su vida una enfermedad terminal, o que toda una ciudad o país atrae un huracán o terremoto que les deje destrucciones.
Obviamente, siempre debemos recordar que hay cosas sobre las que tuvimos control y a las que a lo mejor no le prestamos atención, pero ciertamente no a todo.
Entonces en este caso, lo único que nos queda para tratar de entender un poco la vida, y por qué las cosas pueden cambiar de la noche a la mañana… Es tomar un respiro profundo, y estar en armonía con una verdad:
La vida es así. Es imperfecta, siempre cambia, está en constante movimiento, todo el tiempo evoluciona.
La vida no escoge, ni tiene preferencias, ni apoya más a un grupo que a otro… Ella simplemente fluye, a veces a nuestro favor, a veces en nuestra contra como raza humana.
Y si, puede ser triste, a veces aunque lo entendemos con nuestra mente, en nuestro corazón duele…
Pero ¿sabes algo? Las cosas cada vez han ido mejorando, y hay fuertes razones por las cuales debemos mantener nuestra esperanza de que todo, a pesar del desorden, tienda a mejorar constantemente.
Te voy a dar un ejemplo para que te convenzas de esto.
Hace muchísimos años, el promedio de vida de los humanos era de 40 años. Así como lo lees.
Es decir, alguien a los 40 años ya se consideraba anciano.
Piensa en este momento en alguien que conozcas con esas edad… ¿Se ve como un viejito?
¡Seguramente no! Tiene, como decimos nosotros, “toda una vida por delante”.
Anciano hoy en día, es alguien digamos que después de los 70, o 75 años…
Fíjate, es casi el doble que lo que era antes el promedio.
¿Y por qué era así? Porque existían muchas enfermedades que eran terminales y se expandían como epidemias (incluso pandemias), debido a que la ciencia no había avanzado lo suficiente para entenderlas, ni mucho menos curarlas o evitarlas.
Como lo son la viruela, la lepra, entre otras.
Entonces, volviendo un poco al inicio de este tema, todos nosotros por el simple hecho de estar vivos en este mundo, estamos expuestos a las probabilidades de enfermedades, o de sufrir las consecuencias de los errores de otras personas (que se salen de nuestro círculo de control), o de muchas cosas más intrínsecas a este mundo.
Entonces, aparte de conocer este por qué de los cambios de la vida, nuestra mejor manera de afrontar esta realidad, es estando en armonía con el mundo que habitamos, y siendo en todo momento conscientes de qué está sobre nuestro control para hacer mejor y para ser mejores personas.
Una opción es lamentarnos todo el tiempo por lo que pasa… Y no digo que a veces no sea necesario desahogarse, y sentir tristeza.
Pero la otra opción, es asumir cada cambio como parte de nuestro pago al mundo por habitarlo, y pensar cuando algo sale mal en qué cosas pudimos hacer mejor o podemos cambiar una próxima vez.
No te preocupes, aunque pueda tomar tiempo asumir un cambio, llegará el momento en que te sientas más liviano por dentro.
Sobre todo, si acompañas las emociones, con una cuota de objetividad sobre el asunto y de racionalidad para analizar qué pasó y por qué pasó realmente 🙂