Escrito Por: Katherine Giraldo
El día de hoy, quiero compartirte una experiencia muy personal que viví hace algunos años con mi pareja (de aquellos días)… Pero sobre todo, quiero compartirte lo que aprendí a partir de aquel momento.
Nota: Esta experiencia que conocerás de mi vida, sucedió mucho antes de siquiera tener este blog en funcionamiento, y de aprender lo que aquí te comparto. Por ejemplo, en ese entonces no sabía lo que expongo en mi Serie sobre Relaciones de Pareja, ni en mi artículo sobre ¿Cómo Tener Un Buen Noviazgo? 😛
Un día, estando en mi casa en compañía de mi pareja, tomé su celular mientras él realizaba un trabajo pendiente, y atrevidamente empecé a revisar sus mensajes de texto…
Leí conversaciones con varios de sus amigos, y hasta leí los mensajes que nos habíamos enviado los últimos días; por un momento, llegué a un mensaje con una de sus amigas que no me caía nada bien.
Decidí leerlo, y empecé por el final, leyendo cosas que él le decía como “Ven a mi casa que estoy solo”, “No prepares cena que aquí cenamos juntos”, etc.
Mi corazón, empezó a latir muy fuerte, los recuerdos se apoderaron de mi mente, cada palabra dicha, cada promesa hecha, cada sueño planteado… Todo se convertía en duda, en ganas de llorar y en mucha ira.
En ese momento, me ausenté de su mirada sin decirle una sola palabra y salí a la calle a tomar un poco de aire.
Lloré mientras estaba sola, quise llamar a una buena amiga para contarle que el hombre que amaba, me estaba engañando con su gran amiga… Pero no, no pude llamar a nadie.
Fui a un parque, tome puesto en una de las sillas y respiré profundo. Pensé que nada ganaba con “formar una tormenta en un vaso de agua”, y con involucrar a alguien más en esto, cuando la única persona con quien debía hablar, era con él… Con mi novio.
Rápidamente volví a casa, dispuesta a mirarlo los ojos y a preguntarle qué era lo que había pasado. Mi corazón había estabilizado sus latidos, y las lagrimas se habían secado; ya mi razón y mi pensamiento de solucionar las cosas correctamente, habían desvanecido las emociones negativas que sentía.
Cuando llegué, él me recibió con una sonrisa y me dijo cariñosamente “Te amo mi vida”. Yo, a punto de volver a llorar, le pregunté sin rodeos: “¿Hay algo que debas contarme?”
Él me miró extrañado, sin entender por qué le hacía esa pregunta. Yo me adelanté y le dije “Te pido disculpas por el atrevimiento, pero debo confesarte que revise tus mensajes de texto, y encontré uno bastante comprometedor dirigido a una de tus amigas”.
Él, más extrañado aún, me preguntó de quién se trataba, y de qué mensaje hablaba… Yo con gusto e imponencia, tomé su celular y abrí el mensaje aquel, leyéndole palabra por palabra, de abajo hacia arriba lo que su celular remitía al de ella.
Mientras leía, él me miraba atentamente, y yo cada vez llegaba más al inicio de la conversación. Llegué a un punto, donde leí que la persona que estaba enviando mensajes, era un amigo de mi novio, que aprovechando los mensajes de texto, se le insinuó a la que también era su amiga.
Me di cuenta que ni siquiera mi pareja conocía esa conversación, porque justamente ese día le había prestado el celular a su amigo, sin saber en qué lo estaba utilizando.
Cuando terminé de leer, levanté la mirada mientras la vergüenza invadía mi ser… No sabía qué decirle, simplemente me sentía como una estúpida.
Él me miró, y sonriendo me pregunto: “¿Ahora ves que todo está bien?”, yo dejé caer unas cuantas lagrimas y sólo pude decirle “Perdóname”.
En ese momento me abrazó y empezamos a hablar sobre la confianza y la honestidad en pareja. Juntos reflexionamos en lo que había pasado y nos dimos cuenta de varias cosas, las cuales numeraré a continuación y serán lo que aprendí que quiero compartir contigo:
Aplicar estos cuatros sencillos puntos, es lo que ha hecho la diferencia en mi actual relación amorosa, evitando con ello muchos malentendidos y recurriendo a la sinceridad y a la claridad para decir las cosas.
NOTA: Para las personas que quieran pasar a dejarme comentarios en los cuales piden consejos, recomendaciones, o soluciones a todos sus problemas, quiero que lean primero éste artículo y se den cuenta lo que pienso de ello. Yo deseo de todo corazón darles lo mejor de mí por contribuir a que sus vidas sea mejor, pero ello no significa ni que tenga todas las respuestas, ni que pueda solucionarles sus problemas, ni tampoco que deba decidir qué tienen que hacer en su vida, la cual es su responsabilidad.